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Las casualidades no existen. Eso es, al menos lo que podríamos pensar al encontrarnos un caso como el de las montañas de la cordillera Berwyn ocurrido en 1974, en Gales, en donde se afirma que una extraña confluencia de acontecimientos tan dispares como un meteorito, unas luces extrañas y un terremoto ocurrieron en el mismo momento. Los lugareños de la zona afirmaron que aquello se trató realmente de un accidente de un ovni, al más puro estilo Roswell y de hecho, a este incidente se le suele llamar “el Roswell Galés“.

Lo que faltaba en tan surrealista ecuación es la aparición de nuestros amigos, los hombres de negro, tratando de amedrentar a los testigos que habían visto un supuesto objeto que habría acabado cayendo sobre la zona, esparciendo varios fragmentos por la zona del accidente y dejando a la interperie los cuerpos de sus ocupantes… ¿qué pasó realmente?

Viajemos a la noche del 23 de enero de 1974, a los verdes parajes del norte del pequeño país británico, justo a la altura de la localidad de Llandrillo. Un inmenso sonido pudo oirse en todo el pueblo. Una explosión. Un accidente, pensaron algunos. Eran las ocho y media de la tarde y cuando los lugareños dejaron sus casas para aproximarse al origen de aquel misterio en las montañas de Cader Bronwen, de repente un temblor de tierra de 3,5 grados en la escala de Richter hizo temblar el suelo. Extrañados y con cierta excitación, varios testigos observaron una insólita escena sobre aquella colina: una serie de luces naranjas y azules parecían sobrevolar un paraje a baja altura. Parecían buscar algo.

En un incidente muy similar al del accidente de Kecksburg, las autoridades cercaron la zona a toda velocidad. Primero la policía local, y en cuestión de minutos varios camiones del ejército acordonaron la zona en un intento por evitar las miradas de propios y extraños. Demasiadas molestias para un simple meteoritos. Y las luces, seguían ahí. Era un paraje deshabitado, sin iluminación, y los vecinos volvieron a sus casas con el susto en el cuerpo. La presencia cada vez mayor de diferentes operativos del ejército británico no presagiaba nada bueno. Tres días enteros estuvo Llandrillo cercado por los militares. Había miedo en las calles. La gente hablaba a escondidas y se multiplicaron los rumores. Un ovni estrellado. Rescate de cuerpos. Una conspiración. Un encubrimiento. Aquello imparable, pero ¿de donde venían esas informaciones?

Un testigo, cuyo nombre no salió a la luz pública dijo que estaba trabajando en un hotel de la localidad cercada de Bala y confirmo la presencia de varios integrantes del ejército que habrían sido destinados a operaciones de rescate en el supuesto lugar del secuestro. Identificados ellos, el testigo trató de sonsacarles información, recibiendo poco menos que una amenaza y unos buenos días. Una enfermera de Llanderfel durante la noche del evento llegó a llamar a la policía porque decía que sin duda, se había producido “un accidente de avión” cerca de su casa. Al parecer fue ella la que llevó a los primeros gendarmes al lugar del accidente. Y es que lo había visto todo. Estaba conduciendo junto a sus hijas por la carretera B4391 desde Bala hasta Llangynog cuando de repente a un lado de la carretera observó el fuselaje de algo que se había caido del cielo. No era un avión. Tenía forma de huevo, estaba posado y emitía una fulgurante luz rojiza que teñía todo el lugar de un aspecto lúgubre y malsano.



Aquel objeto, según la testigo, estaba intacto y era muy largo, de forma circular y de color anaranjado como las luces que se vieron aquella noche y los días posteriores. Estaba aquello a menos de 70 metros de su coche. Era un ovni. Estaba segura de ello. Al llevar a los policías al lugar del desastre, éstos la encomiaron a abandonar la zona “por su propia seguridad”. La zona del Valle de Anglesey quedó cerrada por espacio de varios días en donde diferentes equipos de seguridad iban y venían. A nivel oficial, las operaciones de rescate o salvamento ante un posible accidente aéreo se terminaron a las dos de la tarde del día siguiente. ¿Pero por qué entonces cerrar durante 72 horas la zona? Ni los pastores podían acercarse a menos de un kilómetro de la zona.
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